A principios de 2015, tras la victoria electoral de Syriza, Grecia cambió su brutal política hacia los refugiados. Las botes de goma llenos de refugiados ya no eran lanzados de vuelta al mar… y a la muerte. Eso modificó las rutas de huida. En lugar de cruzar el particularmente peligroso Mar Mediterráneo en dirección a Italia, muchos refugiados partían entonces de Turquía hacia las islas griegas, relativamente cercanas. Pero cuando cientos de miles de ellos llegaron a Europa Occidental a través de Grecia, los Balcanes, Austria y Hungría, se dieron las ya conocidas y tristes reacciones: las cercas rodeando a Hungría. Los rigurosos controles en Austria. Nuevos cierres de la frontera entre Macedonia y Grecia. El gran campo para refugiados en Idomeni, en esa misma frontera.
Después vino el acuerdo entre Merkel/Erdogan. Turquía ahora casi siempre impide la fuga mediante rigurosos controles. Los refugiados en Grecia son enviados de vuelta a Turquía. Turquía es declarada “tercer país seguro”. Al respecto dice Pro Asyl: “Para los refugiados que a pesar de los peligrosos caminos logran llegar al territorio de la UE esto significa que pueden ser deportados hacia Turquía. No se están tomando en consideración las necesidades individuales de protección o los motivos de la huida, como la guerra, la tortura o la persecución. En Grecia, por su parte, escasea todo lo necesario para los refugiados: alojamiento, alimentos, atención médica básica.”
Desde entonces, 50.000 refugiados están varados en Grecia. A esto hay que sumarle el hecho de que desde la década de 1990 Grecia ha recibido a más de un millón de refugiados. El país está sumido en la crisis. Los campos para refugiados en las islas griegas se han convertido en campos de internamiento. Hasta ahora “sólo” han sido expulsados a Turquía algunos cientos de personas. Muchos están solicitando entonces asilo en la misma Grecia. Pero la política de Grecia está dando un giro: en dirección al racismo, como el que reinaba en el gobierno anterior (véase artículo).
¿Hay menos refugiados? No. La huida ahora es más cara. Los que se benefician son los traficantes de personas. La fortificación de las fronteras y las operaciones militares cuestan cientos de millones de euros. La que se beneficia es la industria armamentista. Y de nueva cuenta, decenas de miles están eligiendo el camino hacia Italia pasando por Libia. La organización humanitaria Médicos sin fronteras dice: “Los gobiernos europeos están construyendo cercas más altas, y emplean a perros y patrullas fronterizas para detener ante las fronteras de Europa a personas que necesitan ayuda y protección. Ésta es una reacción indignante. […] En los últimos dos años murieron decenas de miles de personas tratando de llegar a Europa a través del Mediterráneo.” En junio de 2016 esta organización decidió no aceptar más dinero de parte de la UE o de los sus Estados miembro, como una protesta contra la brutal política europea contra los refugiados.