En Irlanda el establishment político se vio sacudido por una decidida lucha contra la introducción del cobro de tarifas por el agua. Antes de la introducción de estas tarifas a fines de 2014 la clase trabajadora irlandesa daba la impresión de que estaba mayormente de acuerdo –a diferencia de los combativos griegos y griegas– con la agenda de austeridad.

Pero después, como de la nada, se dio en los últimos dos años una serie de manifestaciones masivas y se desarrolló una campaña de boicot, sumamente efectiva, arraigada en las zonas habitacionales, que tuvo como consecuencia que la mitad de la población demostrara que era todo menos dócil.

En este movimiento nos decidimos por una táctica combativa. Estamos incluso dispuestos a ir más allá de los límites establecidos por la ley. En el curso de la disputa el gobierno anterior tuvo que emprender una retirada táctica en varias cuestiones. Por ejemplo, redujeron las tarifas planeadas y pospusieron su introducción, con la esperanza de que eso debilitara al movimiento. Pero no les funcionó. Las tarifas por el agua se convirtieron en tema central de las elecciones parlamentarias en febrero de 2016. Como resultado se dieron fuertes pérdidas en los partidos del gobierno, un fortalecimiento de la izquierda y la formación de un gobierno muy débil conservador de minoría. Ahora se está presentando una ley con la que se suspenden las tarifas por el agua. Esto no implica que se les haya derogado oficialmente, pero la gente lo considera un éxito. Sacan la conclusión de que vale la pena luchar. Se puede vencer al establishment.

Michael O’Brien es concejal por el Socialist Party y por la Anti-Austerity-Alliance en Dublín. Es uno de los principales activistas contra las tarifas por el agua.