Bernard Schmid
Lo –casi– asombroso es que todavía exista. Después de tres meses al movimiento que ocupa las plazas en París no se ha quedado sin aire, aunque el número de participantes se ha reducido en comparación con abril y principios de mayo. Nuit debout (traducción libre: “De pie en la noche”) se prepara para celebrar el centésimo día de su existencia, el 8 de julio, en la Place de la République en París. El movimiento nació el 31 de marzo de este año, en la tarde de la segunda “jornada de acción” sindical contra la proyectada ley del trabajo.
También por lo demás siguen las protestas sociales en Francia contra la proyectada ley del trabajo. Aunque las huelgas de las últimas semanas se han debilitado en muchos frentes, también por razones financieras: en Francia, a diferencia de Alemania, no existen históricamente los fondos de huelga. Esto también se relaciona con el hecho de que en Francia los sindicatos no poseen el control sobre la ejecución del derecho de huelga, mismo que tampoco se les quiere entregar. Por otro lado, en el pasado con frecuencia era posible insertar, tras la lucha laboral, una “poshuelga”, para negociar el pago de los días de huelga. Pero dado que las proporciones de fuerzas sociales se han empeorado terriblemente, esto casi ya no se practica. Debido a un considerable empeoramiento del estándar de vida de los asalariados, muchos de ellos casi no pueden permitirse huelgas de varias semanas. Por primera vez se constituyeron fondos de solidaridad para los huelguistas, tanto sindicalizados como no sindicalizados. También en internet se puede donar, por ejemplo en la página web Le pot commun. Pero la organización de la solidaridad financiera todavía está en pañales.
No obstante, se ha mantenido una diversa movilización de protesta contra la proyectada ley del trabajo. En las manifestaciones decenas de miles de personas en París y cientos de miles en toda Francia siguen llenando las calles y las plazas. El 23 de junio se realizó la décima “jornada de acción”, organizada por los sindicatos, la primera se celebró el 9 de marzo de este año. Se planean más de estas jornadas de acción.
Sin embargo, por primera vez el Estado decretó una prohibición para el 23 de junio. A ésta la precedieron algunos disturbios sucedidos en la manifestación central del 14 de junio, causados en parte por autónomos y jóvenes radicales. También trabajadores portuarios de la Confederación General del Trabajo (CGT) de Le Havre se enfrentaron a golpes con fuerzas de la policía. Como supuesta reacción a ello, pero también –como le concedieron abiertamente sus asesores a la Prensa parisina– como “demostración de autoridad” el primer ministro Manuel Valls anunció la prohibición para realizar nuevas manifestaciones sindicales. Esto fue algo nuevo. No había habido nada comparable desde el final de la guerra de Argelia, en 1962.
Después de una oleada de protestas y tras negociaciones que duraron horas con las directivas del CGT y Fuerza Obrera (FO), el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, concedió un permiso, aunque en condiciones draconianas: los manifestantes sólo podrían marchar por una ruta de 500 metros y después regresar al punto de partida, es decir, prácticamente caminar en círculo. Además, todos los y las participantes debían pasar por un bloqueo policíaco cuádruple y permitir que los revisaran. Aproximadamente 80 personas en París y 110 en toda Francia fueron detenidas, entre ellas también periodistas, por llevar cascos de bicicleta.
Innumerables observadores se burlaron en internet sobre esta forma de “manifestación circular en el patio de la cárcel”. El Estado puede considerar un éxito el haber podido imponer tales condiciones, quizá creando así un precedente. Políticos de la derecha de diferentes denominaciones, como Nicolas Sarkozy y también Marine Le Pen, aprovecharon la oportunidad para presentarse como súper demócratas y criticar la política de prohibición de Valls.
Por su parte, las directivas de los sindicatos consideraron que lo más importante fue que la participación siguió siendo numerosa. Tan sólo en París se manifestaron más de 30 000 personas. Esto expresa que la proyectada “ley del trabajo” todavía no cuenta con una aceptación mayoritaria.
La tercera y decisiva lectura en el Parlamento deberá concluir alrededor del 13 de julio.
Bernard Schmid trabaja como periodista independiente en Francia.