Werner Rügemer
Francia 2016: Por primera vez en un Estado de la “comunidad occidental de valores” se está dando una protesta masiva y duradera contra las “reformas” al derecho laboral de la era neoliberal. Esto instituye un ejemplo para toda Europa.
El 15 de diciembre el presidente del Movimiento de las Empresas de Francia (MEDEF), Pierre Gattaz, declaró: “Es tiempo de actuar, y de hacerlo con extrema fuerza.” El gobierno, dijo, debía eliminar las rígidas reglas proteccionistas del derecho laboral que habían valido hasta entonces. Sólo así Francia podría “lograr el crecimiento” e incluso el “pleno empleo”. Mes y medio después el gobierno del presidente François Hollande publicó el proyecto de ley para la “reforma” laboral, que cumple con las exigencias principales de MEDEF.
El proyecto de ley incluye, por lo pronto, los estándares de tales “reformas” como las que se encuentran resumidas en la “Agenda 2010” del entonces canciller federal alemán Gerhard Schröder (Partido Socialdemócrata Alemán, SPD): relajamiento de la protección contra el despido, trabajo a media jornada, trabajo temporal, expansión de la subcontratación. La ley va todavía más allá: se favorecen los contratos intraempresariales, lo cual implica un debilitamiento intencional de los sindicatos. Francia no sólo ha de ser arrastrada a una competencia de dumping con otros Estados de la UE, sino que, además, las empresas francesas deberán competir unas contra otras para bajar los salarios, a costa de los trabajadores dependientes.
Desde marzo de 2016 se desarrollaron protestas masivas, también porque Hollande no cuenta con una mayoría parlamentaria para el proyecto, y la ley ha de ser impuesta autoritariamente pasando por alto al Parlamento con un decreto de emergencia. Alumnos y estudiantes, que serán los futuros afectados, abandonan los salones y las aulas para reunirse entre ellos. Se están ocupando las plazas públicas. Se ha desarrollado el movimiento “Nuit debout” (“De pie en la noche”). Los trabajadores se van a la huelga, paralizando la infraestructura pública: en los ferrocarriles, las refinerías de petróleo, en el tránsito aéreo civil y de camiones de carga, en el servicio de limpia y en los puertos. De manera intencional se realizó una huelga en la empresa estadunidense ADP, que tiene su matriz europea en París, y que realiza la mayor parte del pago de nómina de las plantillas de personal y de los servicios de recursos humanos empresariales.
Los grandes sindicatos están en contra de esta ley, con excepción del ex sindicato cristiano Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT). La Confederación General del Trabajo (CGT) exhortó a hacer donaciones para un fondo de huelga, del que también se apoyará a los no sindicalizados. Las manifestaciones masivas y las encuestas ponen de manifiesto: tres cuartas partes de la población están en contra de la ley.
Reglamentaciones de emergencia contra terroristas y asalariados
Gattaz también exigió: “Contra el desempleo hay que proceder con la misma vehemencia que contra los atentados terroristas, es decir, con un plan de emergencia para el crecimiento y el empleo.”
Y también esta exigencia la cumplió Hollande. Se está llevando a sí mismo y a su partido hacia el suicidio político, favoreciendo así el desarrollo de la derecha. Trató de distraer de lo evidente con un curioso humor: bromeó diciendo que sabía que “en estas reformas estoy bajo la vigilancia de Bruselas y Berlín… sólo necesito marcar los cuadritos correctos con una cruz”. Está aprovechando las medidas de emergencia adicionales, impuestas con motivo de la Eurocopa. Provocadores vestidos de civil enviados por el Estado causaron disturbios. Contra quienes protestaban la policía emplea la violencia en forma arbitraria, los detenidos son juzgados en grupos frente a un tribunal.
Igual que en la Agenda 2010 y en la política de austeridad de la Troika, la “reforma” laboral también está relacionada en Francia con el recorte de gastos públicos. Esto no sólo provocó nuevas formas de precariedad laboral, de subempleo o de desempleo en Estados “débiles” de la UE, como Grecia, España y Portugal, sino incluso en el país fuerte, el “Campeón-Alemania”.
Anticipando el Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA) y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP)
También la Comisión Europea sigue empujando. Ahora les advirtió a los mejores alumnos del gobierno alemán de Merkel que el salario mínimo para los choferes de camiones de carga, que atraviesan Alemania, son inaceptables. Con los tratados de libre comercio CETA y TTIP las dos regiones económicas más interconectadas del mundo, la Unión Europea y Estados Unidos (con su apéndice Canadá), deberán ser penetradas todavía más por el neoliberalismo. Ya son, de suyo, los más grandes impulsores de los salarios bajos y la precariedad, tanto dentro de sus Estados como mediante comisiones y filiales a nivel mundial.
También en Francia dominan entre tanto empresas e inversores anglosajones en los sectores de la economía que están a la cabeza en tecnología y rentabilidad: tecnología de la información, telecomunicaciones, navegación aérea y espacial, armamento, tecnología médica, logística para el transporte y recursos humanos. 32 por ciento de todas las inversiones extranjeras en la UE les corresponden entretanto a empresas estadunidenses; por el momento están a la cabeza: Amazon, General Electric, IBM, UPS, Uber así como gestores de capital como Blackrock, Carlyle y Blackstone. En los últimos años Francia fue el Estado miembro de la UE preferido por los inversores estadunidenses (antes lo había sido Alemania). Así, en el reporte anual de 2015 de Business France Francia estaba delante de los Países Bajos y de Gran Bretaña.
Esto también se puede ejemplificar con la empresa del presidente del MEDEF, Pierre Gattaz: Radiall, que se cotiza en la bolsa de valores de Nueva York, está activo sobre todo como proveedor de alta tecnología para consorcios estadunidenses: Boeing, Rockwell, Motorola, ITT Defense, pero también para Thales y Airbus. Sobre todo en sus sucursales en el extranjero Radiall emplea en su mayoría a trabajadores subcontratados. El propio Gattaz, que califica a Francia de “infierno fiscal [que frena el crecimiento] de las empresas”, sólo paga en ese país 3 por ciento de impuesto sobre los beneficios, al tiempo que se asegura altos subsidios estatales: vaya, el programa neoliberal completo llevado a su máxima expresión.
Articulación a nivel europeo
Las protestas en Francia son ejemplares. 1. Por primera vez se están llevando a cabo en un importante Estado capitalista, después de que tales “reformas” laborales fueran aprobadas sin una resistencia comparable en Alemania, Gran Bretaña, Grecia, Rumania, Bulgaria, España, Irlanda e Italia. 2. Las protestas son ingeniosas, persistentes y poderosas. 3. Esta protesta masiva también muestra perspectivas: critica a toda la política de austeridad, que no sólo destruye la cohesión intrasocial, sino europea; ofrece propuestas para productos e inversiones que creen nuevos lugares de trabajo, que han de dirigirse, por ejemplo, a la transformación ecológica de los sectores energético y del transporte; propone una reducción de la jornada laboral para todos.
La articulación europea y trasatlántica de los movimientos de protesta (que en Estados Unidos resulta políticamente visible por primera vez en décadas gracias al candidato presidencial Bernie Sanders) está a la orden del día. En Bélgica se están realizando al mismo tiempo protestas similares, a las que se las ha prestado menos atención, contra la “Reforma del derecho laboral” local (véase recuadro, pág. 8). En Grecia la iniciativa MayDayStoptheCoup convocó a la revaloración del trabajo y a negociar contratos colectivos (llamamiento en cinco idiomas: www.mayday.gr). El consejo consultivo de attac Alemania llamó a la solidaridad europea con otras cinco iniciativas (www.arbeitsunrecht.de). Alter Summit invita, además, el 25 y 26 de noviembre a Bruselas: “Derechos sociales y laborales: fortalecer y vincular las luchas en Europa” (www.altersummit.eu/mobilisation).
En 2014 se publicó el libro “Die Fertigmacher. Arbeitsunrecht und professionelle Gewerkschaftsbekämpfung“ (Los terminadores. Injusticia laboral y combate profesional contra los sindicatos) de Werner Rügemer y Elmar Wigand (PapyRossa).